Investigadores de la Universidad de Uppsala en Suecia,
realizaron un análisis experimental del impacto de la toxina ambiental
BisfenolA (BPA) sobre el cerebro de roedores recién nacidos; encontrando alteraciones a nivel
del funcionamiento del sistema colinérgico y de la conducta espontánea, de
adaptación a nuevos ambientes y de los niveles de actividad general
(hiperactividad). Su estudio también encontró que estas alteraciones se
mantuvieron hasta la vida adulta.
Este tipo de estudios, invita a la reflexión sobre los
cuidados ambientales y los controles en la producción industrial de múltiples
productos. El ambiente urbano de muchas sociedades en el mundo contiene un gran
número de contaminantes, incluyendo al Bisfenol A que se utiliza en diferentes
procesos de producción con plásticos. Específicamente, en la cadena de producción
de objetos plásticos, el Bisfenol A puede filtrarse contaminando a esos
objetos. Esto resulta problemático, si se piensa que el Bisfenol A es utilizado
en el proceso de fabricación de objetos como las mamaderas para bebés,
contenedores, botellas y tazas, utilizados por personas de todas las edades.
En diferentes estudios se ha venido encontrado restos de Bisfenol
A no sólo en placenta humana, fetos y leche materna, sino también en el polvo
de muchos hogares (por ejemplo en Suecia). No obstante, las opiniones sobre los
efectos negativos del Bisfenol A son diversas y hasta contrarias. No obstante,
en la actualidad, las Agencias Suecas de Productos Químicos y Médicos están
elaborando normas para prohibir el uso de Bisfenol A en la producción de
mamaderas y otros productos plásticos.
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