Durante la gestación, el cerebro se desarrolla dramáticamente a medida que sus componentes y conexiones se
van formando, creando las bases para el desarrollo neural futuro. Durante estas
fases tempranas, la exposición al estrés materno puede tener efectos deletéreos
sobre el cerebro del feto, dependiendo de la causa que origina la respuesta al
estrés en la madre, su duración, intensidad y el momento del desarrollo fetal.
Algunas intervenciones postnatales, como por ejemplo vínculos seguros entre padres
e hijos y ambientes protectores y estimulantes, pueden filtrar algunas de las consecuencias
negativas de tales influencias prenatales, incluyendo la probabilidad de ocurrencia de algunos trastornos del desarrollo a mediano y largo plazo.
Un nuevo documento publicado por Claudia
Buss, Sonja Entringer, James Swanson y Pathik Wadhwa para Dana Foundation,
aborda estas cuestiones de importancia significativa para el desarrollo humano
en general, y poblaciones expuestas a mayor probabilidad de padecer
circunstancias estresantes en particular.
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