Un grupo de investigadores ingleses liderados por el Prof. Declan Murphy, aplicaron la técnica de Resonancia Magnética Funcional para analizar los patrones de activación cerebral de bebés de 3 a 7 meses, mientras dormían.
En una primera etapa, los investigadores compararon las respuestas cerebrales de los niños a vocalizaciones no verbales (como por ejemplo toses y estornudos), y a otros sonidos familiares. Los resultados indicaron en primer término, que diferentes áreas cerebrales se activaban en forma específica ante cada tipo de sonido y de forma más intensa que en el caso de adultos despiertos.
En una segunda etapa, los investigadores reprodujeron vocalizaciones humanas con diferente contenido afectivo (tristes, alegres y neutras, incluyendo risas y llantos). En todos los casos los datos indicaron patrones de actividad específica en diferentes áreas cerebrales, también similares a las que se observan en estudios con adultos despiertos. No obstante, mientras la actividad cerebral era semejante en las condiciones de neutralidad y alegría, la correspondiente a los sonidos con contenidos de tristeza resultó más significativa.
Es decir, que el procesamiento cerebral específico a estímulos con diferentes contenidos afectivos continuó verificándose durante el sueño de los niños. Los mecanismos que podrían explicar este funcionamiento, continúan siendo tema de estudio, pero los investigadores consideran que podría asociarse a que ciertas funciones cerebrales necesarias para la supervivencia tendrían altos niveles de especialización en etapas tempranas del desarrollo, por lo cual serían menos dependientes de la experiencia postnatal.
Este tipo de abordajes tiene importantes implicancias para analizar fenómenos de comunicación social en condiciones de desarrollo típico como atípico (e.g., síndromes autistas).
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